domingo, 3 de enero de 2010

Que nos vaya bonito



Revolución!
Los gemidos ateos
se tiran por las ventanas.
Y se venden nubes negras
que destiñen nuestras canas
Se subastan las heridas de guerra
de las hormigas y cigarras.

Ahora mandan
los silencios de retaguardia
y las ausencias de cajón vacío.
Es que tú sólo me calentabas
cuando me moría de frío.

Que decidan nuestros huesos
el porvenir de las mareas,
que decidan nuestros hígados
el porvenir de nuestros besos.
Que decidan el destino,
los locos y posesos.

Pero cállate,
igual que callan las verdades con bozal.
Cállate como calla la suciedad avergonzada
o las pasiones escondidas de amor ocasional.
Cállate como callan los ceros izquierdistas,
igual que callan las caricias alquimistas.
Cállate como callan las incontinencias de carraspeo,
cuando tienen miedo.

Cállate,
porqué me duele el mar
y me pica el cielo.

Ahora mandan
los calcetines con agujeros
y los anillos desprovistos de dedos.
Te diré que yo tampoco
contaba tus parpadeos.

Muchas veces te amo
y muchas otras no.
Pero ven aquí, mi amor
y te comeré crudo
porqué esto es una Revolución.

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