jueves, 7 de enero de 2010

Dejadez vejatoria del besarte, del desarte

Hoy me bebo la desilusión de los borrachos,
el cansancio del mar cuando le sobra espuma
y el beso cegador de cuando gana el sol, y pierde la luna.
Hoy me voy de copas con los versos
que eran tuyos, pero que eran míos.
Me pego como una lapa al desconsuelo,
me enamoro sin querer del amor acongojado
escondiendo el corazón en el subsuelo.
Desavengo con traza,
los matrimonios avenidos.
Y te grito sin piedad,
en el alma y en los oídos.
Hoy dejo que me dejen sin palabras,
que me callen, que me teman, que me amen.
Hoy el fuego tiene malos humos,
de las cenizas no resurge nada
y la sal está demasiado salada.
Ahora ya es mañana
y la pasión mira el lecho ensimismada.
Hoy sufro el desencanto
de las caricias aceitosas
que no sacian el hambre atroz de las mariposas.
Se superponen los terrores de debajo de las camas
se revelan los esclavos
y se mueren de amor las amas.
Se prepara la angustia del día después
para enseñar sus aguijones,
pues se enamoró de un manco,

y besaba con fervor a sus muñones.
Hoy me duermo en sábanas desconocidas,
que están sucias, que están frías.
Hoy bailo con los pies del hastío
desnuda de cintura para abajo
y con el encanto arrollador del desvarío.
Es preferible morir, que inyectarse en vena
la esencia anímica de los recuerdos.

Es un latido estreñido
el de los corazones cuerdos.

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