miércoles, 6 de enero de 2010

Eres un tremendista






Me duelen los rizos.
Me duelen tus ojos,
Me duele tu tedio.
Me mata como llora tu guitarra,
pero no soy capaz de entregarme
ni a tus venas de marfil
ni a tus besos de pizarra.

No puedo acostumbrarme
a tus labios,
que son tiernos, pero insípidos;
ni a tu olor, que no me embriaga.
No soporto ver tus uñas
dentro de mi llaga.

La tregua que tenía
con los hados del dolor,
ya se ha acabado.
La tregua de mis manos
con los bastardos del amor
ahora es sólo papel mojado.

Se burlan de mí las fichas del parchís,
las hormigas, las pelotas, los cotarros,
las vecinas, los ardores y los guijarros.
Los malos humos de los maniquíes,
margaritas, capullos y alelíes.
Y todo porque mentí al decir
que quería quererte.

¿Dónde habré metido
el decálogo del alma inerte?

No tendré la desfachatez
de pedirte que me perdones.
Agonizo.
Me duelen tantísimo los rizos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario