jueves, 7 de enero de 2010

El inglés es patético, está loco. Es un demente, un temerario, un desequilibrado, un tarado. El inglés coloca, te droga, te posee desde el momento exacto en el que abre la boca.
¿Nadie ha enseñado al inglés que no está bien subirle la falda a las damas? El inglés es malo y es feo, es un esperpento con barbas de colores. El inglés es insaciable, es como un animal en celo,
un monstruo, un vicioso, un cerdo. El inglés miente y mata por placer. El inglés está maldito y es un cobarde. Al inglés le huele el aliento a ratas muertas y a excrementos de alimañas. El inglés es tan basto y tan bruto que tiene un tatuaje obsceno en la ingle izquierda y es tan absolutamente chalado que tiene otro todavía más vomitivo en la nalga derecha. El inglés está tan trastornado que le gusta bañarse desnudo en la playa las noches de tormenta. El inglés muerde, lame, saborea, araña y se come a los seres igual de lunáticos y de perturbados que él que se atreven a meterse en su cama. El inglés nunca duerme por las noches porque es tan chiflado que dice que colecciona sueños ajenos. El inglés fuma sin ningún tipo de elegancia y cuando tose remueve las entrañas de los que están a su alrededor. El inglés es un soez, un vil,
un sucio, un burdo chabacano, un grosero. El inglés es patético, está loco.
Un día el inglés me amó. Y yo le amé.

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